sábado, 17 de diciembre de 2011

París en el siglo XX

Éste es un libro inédito, especial, anecdótico, pero no más. ¿Qué tiene de especial? Empecemos. Fue escrito por el buen Julio Verne uno de los escritores favoritos de mi novia, desgraciadamente, no es de mi agrado allá en 1863, sin embargo fue publicado -no hace mucho- en 1994. Calculadora en mano para aquellos no tan rápidos en las operaciones básicas: 131 años después. Ese dato es ya bastante para deducir que la novela es publicada post mortem.

La novela se publica en 1994, y publicarlo fue la hazaña, mejor dicho, publicarlo con la firma de Julio Verne. París en el siglo XX era -hasta la fecha mencionada- una novela perdida, se decía que un joven Verne la había escrito, pero físicamente no se encontraba, por lo que hasta se dudaba de su existencia. Sin embargo fue Michel Verne, hijo del poeta de Veinte mil leguas de viaje submarino, por consejo de Hetzel hijo (Hetzel padre era el editor de Julio Verne), quien decidió incluirlo en la lista de obras inéditas de Julio V., empezando con la odisea de probar la autenticidad del libro. ¿Y cómo probarlo? Esto se hizo a través de algunas cartas que intercambiaron el escritor y Pierre-Jules Hetzel (su editor) en donde París en el siglo XX era el tema central.

Curiosamente, en esas cartas, Hetzel mostraba abiertamente su rechazo a la novela. Y acá ponemos el parche: no es que Hetzel tenga mal gusto a mí no me gusta Verne y considero tener buen gusto literario, tampoco que no le gustara la literatura verniana, es más, él fue el único a quien acudía Verne, y fue quien le publicó Cinco semanas en globo, es simplemente que la novela -debemos decirlo- no colmó sus expectativas sinceramente, las mías tampoco. En todo caso, me tomo el trabajo de transcribir fragmentos de aquella carta desaprobatoria:

Querido Verne, daría lo que fuese por no tener que escribirle hoy. Ha emprendido usted una tarea imposible y -como sus predecesores en cosas análogas- tampoco ha conseguido llevarla a buen fin. Está a cien pies por debajo de Cinco semanas en globo. Si la vuelve a leer dentro de un año estará de acuerdo conmigo. Es periodismo barato y sobre un tema nada afortunado.
No esperaba una cosa perfecta; le vuelvo a decir que sabía que estaba intentando algo imposible, pero esperaba algo mejor. Aquí no hay resuelta ninguna cuestión de futuro serio, ninguna crítica que no parezca una caricatura ya hecha y rehecha, y si algo me asombra es que haya podido usted hacer, como en un arrebato y empujado por algún dios, algo tan penoso, tan poco vivo...
[...] Estoy desolado, desolado por lo que tengo que escribirle; miraré como un desastre para su buen nombre la publicación de su trabajo. Creerán que el globo fue una afortunada casualidad. Yo, que tengo El capitán Hatteras, sé, por el contrario que la casualidad es esta cosa fallida, pero el público no lo sabrá [...]
En las cosas en que me creo competente -los asuntos literarios, nada nuevo- habla usted como un hombre de mundo que ha tenido alguna relación con ellas, que ha estado en los estrenos, que descubre los tópicos con satisfacción. no parece ni un elogio ni una crítica. Con esto está todo dicho.
No está usted maduro para un libro así, vuelva a intentarlo dentro de veinte años [...] Nada en este libro ofende ni mis sentimientos ni mis ideas. Sólo ofende a la literatura, que es muy inferior a usted mismo en casi todas sus líneas. 
Su Michel es un pasmarote -los otros tampoco valen mucho, y a menudo resultan desagradables [...].
¿No tengo razón, querido muchacho, en tratarle como a un hijo, cruelmente, sólo porque le deseo lo mejor?
¿Volverá esto su corazón contra quien osa prevenirle con tanta dureza?
Espero que no, y sin embargo me he equivocado más de una vez sobre la capacidad de las personas para recibir una advertencia sincera [...]

(Las negritas son mías)


¿Pero de qué trata la novela? París en el siglo XX trata sobre la visión futurista de Verne. En esta dimensión lo más resaltante no son las tecnologías que hay -o no hay-, sino el excesivo pragmatismo en el que ha decaído el género humano. Tenemos que la civilización, altamente industrializada, vive sólo para producir y acumular ganancias. Las guerras, por ejemplo, han desaparecido totalmente, ya que no producen; las únicas profesiones son: el comercio, la industria y la ingeniería. Los únicos libros que se editan son los científicos, especialmente los de física y química. Las artes han sido desplazadas, se han extinguido por completo. Autores como Victor Hugo y Alejandro Dumas ya ni siquiera son recordados; no hay pintura, escultura ni música. Inlcuso, en un capítulo -de los rescatables- algún personaje medita sobre las mujeres: éstas ya se extinguieron. Llevadas por la corriente pragmática del siglo, éstas llegaron a masculinizarse hasta perder todo su encanto, sólo sirven para procrear, e incluso, con lo avanzada que va la ciencia, pronto serán reemplazadas -en esa función reproductiva- por máquinas.

El primer capítulo es rescatable, en él se presenta al héroe de la novela, Michele, quien espera su premiación en un concurso de ciencias. Los premios más ambicionados por los jóvenes estudiantes son los de matemáticas, física, y demás; sin embargo, aún se conserva el reconocimiento, tristemente célebre, a las letras. Michele ha ganado el concurso de poesía en latín, y cuando se acerca a recibir su premio es atacado por las burlas de sus compañeros. Frases como «Pero si debe ser el único participante» llegaban a sus oídos sin desmoralizarlo, puesto que él ama la Literatura. De eso va toda la novela. Trata del joven Michel, de dieciséis años, y de su desenvolvimiento en una sociedad que rechaza la cultura hasta sofocarlo. Es la crítica de Verne hacia la insensibilidad científica, pero una crítica banal, inmadura, y un leve piropo al trabajo de los grandes escritores mencionados en la obra.

En cierto sentido, me siento muy identificado con Verne y con su joven protagonista, pero ni ello me convence para recomendarla. No es una novela, es un prototipo. Es recomendable sólo para los fanáticos de Verne lamentablemente yo no soy uno de ellos, para entenderlo mejor, ya que mucha subjetividad quedó plasmado en ese manuscrito que -con toda certeza afirmo- no debió jamás publicarse, porque Hetzel tenía razón: sólo mancha la firma de un grande, de un buen literato.

Post Scriptum: Mi novia, como ya dije, es seguidora de la literatura de Verne, si lee esto, definitivamente la pasaré muy mal. Saludos, cariño, si lees esta reseña. Te amo mucho.



6 comentarios:

  1. Fantástica tu entrada de hoy. Tengo que decir que recuerdo a Verne con cariño, de hace unos cuantos años, cuando tenía 14 y leía sobre sus viajes imposibles y elucubraba sobre si había tomado algo o era un visionario.
    Ahora lo veo de otra manera, evidentemente.
    Besos

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  2. Sí, mi estimada ML, al parecer el buen Verne es un ícono de le literatura juvenil, además que como escritor lo encuentro bastante tierno, y es que principalmente ese es su gran argumento para colarse entre los grandes de la literatura universal: su visión futurista, su tecnología basada generalmente en el vapor y sus travesías extraordinarias a través de exóticos lugares aún no descubiertos por el hombre. Y ese es el problema precisamente con esta novela, «París en el siglo XX», que deja de ser él para incursionar en la novela de reflexión, y para eso, el buen Verne aún estaba muy lejos del nivel requerido. Gracias por tu comentario. A mis padres también les gusta Verne =D

    Allan, te equivocas. En el post he copiado trazos de la carta original, donde el editor claramente compara esta nueva obra con «Cinco semanas en globo», dando a entender que «París en el siglo XX» es posterior. Es más, de los términos empleados, se infiere que Verne le habló del proyecto, y que Hetzel, a pesar de no esperar mucho de esa obra (imagino porque conocía los límites de la pluma de Verne), la deja culminar; posteriormente la rechaza no por ser sombría u oscura (Verno nunca es sombrío, hermano) -aunque pesimista sí, totalmente-, sino por ser simplemente mala. La trama puede ser aceptable (la extinción de las artes en su totalidad) -aunque demasiado exagerada, ¿no crees?-, pero una obra de esa embergadura no puede ser sólo trama, sino también narración. Los diálogos son muy forzados y sus personajes... ¿qué podemos decir? Michele pierde trabajo tras trabajo irresponsablemente, no es para nada un ejemplo a seguir. Ahora bien, no estoy diciendo que Verne sea malo, para nada, simplemente digo que esa no fue su novela, las demás, por otra parte, son altamente recomendables (por eso sí fueron publicadas en su tiempo y no rechazadas).

    La edición que tengo, Allan, es de RBA coleccionables y no sólo está completa, sino que tiene información adicional y un «dibujo» de la carta original de Hetzel; asumo que tu edición no la tiene, o podrías ubicarte mejor con respecto a las fechas.

    Yo te recomiendo, querido Allan, que leas a otros autores, te cito ahora al gran maestro Vargas Llosa (premio Nóbel el año pasado), así notarás que, además de la narración y la historia, la literatura comprende otras técnicas que la enriquecen aún más. Léete cualquier título, cualquier obra de él, y verás por qué te digo que esta de acá está mal trabajada.

    Salúdame mucho a Gustavo (¿quién es?), pero recuerda que uno escribe porque lo desea. Yo te comenté del post porque te lo había prometido, y te dije que si deseabas comentar, lo hagas a través del blog y no del correo a fin de que no se pierda tu respuesta y «pudieras propagandear tu espacio». Pero en fin. Y sí, leo bastante rápido ;)

    ¡Gracias totales, Allan! Sobretodo por los datos. Porque, eso sí, si uno es seguidor de Verne, debe leer la bitácora del amigo Allan, que está repleta de él.

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  3. Post Scriptum: Sobre si fue un visionario. Sí, mucha gente le atribuye esa cualidad. De esto también he conversado y, bueno, personalemnte llegamos a la conclusión de que más que inventar artefactos en la mente, lo que hizo Verne fue perfeccionar la tecnología de su época. Allan, si lees esto, dime, ¿has oído hablar del «steampunk»?

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  4. Yo soy seguidora de Verne a pesar de no haber leído mucho de él. Me encantó su Viaje al centro de la tierra, pero París en el Siglo XX no me pareció muy buena, no es como la anterior que empecé a leerla y no podía detenerme rogando que el buen Axel no muriera de sed o a manos de su tío, no, me parece floja y la trama no llega a llenar lo que le falta de narrativa. Es interesante su visión del siglo venidero (nuestro siglo) donde lo más importante es la industria y el comercio (¿no es algo así nuestro tiempo?), exagerado, sí, como toda obra suya, pero igual es genial conocer su visión. Otra cosa que rescato es su forma de ver el máximo potencial de los adelantos de su tiempo para sacar el máximo esplendor de la tecnología. Estas son las cosas que le reconozco, pero nada más, creo que Hetzel tenía razón, aunque si Verne hubiera trabajado más en la novela (sabemos que por la negativa de Hetzel no la retocó) hubiera salido un mejor trabajo.

    Con respecto a Michel, tal vez podríamos ver en él a lo último que queda de cultura en el Siglo XX, que quiere seguir viviendo, pero es sofocado por la sociedad y que pierde los trabajos porque, según su visión, el arte es la libertad del alma y no puede mezclarse ni congeniar con toda esa sociedad mecanizada, tal vez, me gusta verlo desde ese ángulo.

    En fin, no es mi favorita, se salió de su estilo, pero ahí está.

    Esto es todo amigos

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  5. A fin de que no se termine pensando que odio a Verne, dejo este cortometraje en honor al poeta de «Cinco semanas en globo»: http://www.youtube.com/watch?v=568gppfHRsA

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  6. Hemos perdido contacto, buen Allan. Espero que hayas tenido unas lindas fiestas.

    De un tiempo a esta parte me he dedicado más a la lectura que a la internet, pero ya regresaré para seguir posteando y, de paso, visitar tu bitácora. Tengo pendiente una publicación sobre «La fiesta del Chivo», de Mario Vargas Llosa.

    Abrazos, hermano.

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